Definitivamente al Presidente Álvaro Uribe no le salen bien las cosas. El pasado 22 de febrero el mandatario colombiano dio una demostración de cuan poco le importa la suerte del Continente Latinoamericano: La tragedia de Haití, que enluta miles de hogares en esa nación y de otras del hemisferio no está en la agenda de sus prioridades.
Durante una reunión con los mandatarios de América Latina y el Caribe, donde se buscaba una solución para ayudar al hermano país haitiano, Uribe irrumpió abruptamente para increpar al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, porque Venezuela no le compra los productos a Colombia. A esta decisión soberana del Presidente Chávez, de comprar aquí o allá, la comparó con el bloqueo a Cuba.
Estaba visiblemente enojado y su propósito era evidentemente sacar de sus casillas al Presidente Chávez, desviar la atención que debe orientarse hacia los más nobles propósitos de unidad latinoamericana y satisfacer los más bajos apetitos del imperio estadounidense cuando se le sirve en bandeja de plata una disputa colombo-venezolana.
La solidaridad de los países participantes que unos momentos antes acompañaron al mandatario de Haití Rene Preval se volcó hacia los dos vecinos en problemas porque uno de ellos no compraba lo que el otro producía. Por ello el Presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández propuso la creación de un grupo de amigos para mediar en el conflicto de los dos vecinos.
Nada más ajeno al Presidente Chávez que poner a esa casa de amistad latinoamericana en desorden, pero la ocasión lo obligó a responder los insultos de Uribe. Le recordó como se había multiplicado por ocho el intercambio comercial entre los dos países desde que se inició el gobierno Bolivariano; destacó con cifras y con hechos la firma de convenios como el del gasoducto, la construcción de tramos carreteros y que a cambio de él sólo había recibido ofensas.
Al sentirse derrotado con estos argumentos, el Presidente Uribe golpeó la mesa. El golpe se lo asestó a la unidad latinoamericana y mucho más fuerte aún golpeó la pesada carga del mandatario haitiano. Le recalcaron que estaba fuera de la agenda de Grupo de Río, pero él estaba siguiendo la agenda de los gringos o tal vez la suya propia, su agenda electoral.
César Hernández Paredes
Playa del Carmén
Quintana Roo, México
Red de comunicadores Puente Sur
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